La informalidad laboral ascendió al 34,4 por ciento en el cuarto trimestre de 2017. Las cifras oficiales representan un alza de 0,6 punto porcentual frente al mismo período del año anterior. La creciente trayectoria de la precariedad que marcó el segundo registro más elevado durante la gestión de Cambiemos se mantiene dentro de los parámetros registrados a lo largo de los últimos cinco años. A lo largo de ese período el indicador osciló entre 31,9 y 34,6. La información publicada ayer por el Indec corrobora que la creación de empleo estuvo concentrada a lo largo de los últimos dos años por inserciones laborales con grados mínimos de protección como los monotributistas y, fundamentalmente, la informalidad.
“La suba de la tasa de empleo no registrado entre los cuartos trimestres de 2016 y 2017 demuestra que la mejora en el nivel de empleo observada con respecto a la situación crítica verificada hace dos años, responde, fundamentalmente, al crecimiento de modalidades ocupacionales precarias: empleo no registrado y trabajo por cuenta propia”, explicó el economista Diego Schlesser. A partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, el director de estudios del Cetyd estimó que de cada 100 personas que accedieron a un empleo durante el último año apenas 27 consiguieron un puesto asalariado registrado mientras que los restantes 73 individuos se incorporaron al empleo no registrado (32) y al trabajo independiente, en mayor medida cuentapropista (41).
Consultado por este diario Schlesser enfatizó que “no sólo crece la informalidad laboral entre la población ocupada sino que también el trabajo formal se vuelve más precario”. Los registros administrativos de la seguridad social muestran que la expansión del trabajo registrado durante los últimos dos años se explicó casi en su totalidad (95 por ciento) “por el crecimiento del empleo público y por los ocupados encuadrados en el monotributo (incluyendo el régimen general y el de carácter social), lo cual representa el avance de modalidades que determinan condiciones laborales menos ventajosas para el trabajador que el empleo asalariado en el sector privado”, consideró el economista.
La creación de empleo registrado que acompañó al proceso de crecimiento económico observado entre 2003 y 2012 permitió que la informalidad laboral retroceda de 49 a 32 por ciento. Las mejoras se estancaron y, pese a las distintas iniciativas oficiales desplegadas para combatir el trabajo en negro, los niveles de informalidad no lograron seguir bajando aunque tampoco aumentaron. La tasa de informalidad laboral más baja para los últimos quince años se observó durante el primer trimestre de 2015 cuando llegó a 31,9 por ciento. El nivel más elevado llegó en el tercer trimestre de 2013 al marcar 34,6 por ciento. Los registros observados durante los primeros dos años de la presidencia de Mauricio Macri están en línea con esos máximos pero no muestran un profundo deterioro. El trabajo doméstico, los cuentapropistas, el sector agropecuario, la construcción y el comercio son los ámbitos con mayores niveles de precarización. Persisten situaciones irregulares en diferentes dependencias estatales ya sea a nivel ministerial como a escala provincial y municipal.
La mayor parte de los trabajadores informales presenta bajas calificaciones (estudios formales incompletos, desempeño en tareas no calificadas). Entre los datos publicados por el Indec se incluyen además las mediciones para el desempleo entre octubre y diciembre del año pasado por género. La semana pasada se conoció que la desocupación cedió 0,4 puntos interanuales para cerrar al 7,2 por ciento mientras que entre los varones fue del 6,1 por ciento y para las mujeres llegó al 8,7 por ciento. En tanto, el desempleo entre los jóvenes está cerca de duplicar los niveles observados para toda la economía. Durante el último trimestre de 2017, el 11,4 por ciento de los varones y el 18,8 por ciento de las mujeres hasta 29 años no tenían empleo.
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