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Extraño
minué para el cambio de un ministro que, novedad para la Argentina, se
va sin que medie una crisis económica. La presión de la política.
Argentina dio a luz en los últimos días
algunas rarezas políticas, la más importante, sin duda, la salida de
ayer del Gobierno de Alfonso Prat Gay y su reemplazo por dos ministros,
Nicolás Dujovne y Luis Caputo. Hay una novedad indudable en todo esto:
Macri decide en medio del verano despedir a un equipo económico que
quizás reunió los mejores pergaminos de las últimas décadas. Lo hace,
además, sin que medie una crisis económica o financiera, requisito
imprescindible, hasta ahora, para sacrificar un ministro. Es cierto que a
Prat Gay se le imputa haber pasado el primer año del Gobierno de
Cambiemos sin poder doblegar la inflación, pero el ministro no se va en
medio de una corrida bancaria, del dólar, ni con un caos en la calle.
Todo lo contrario, se va acusado de no controlar el gasto que otras
áreas de la administración se dedicaron a multiplicar.
Otro punto
abona esta descripción: Prat Gay llevó adelante el levantamiento del
cepo cambiario, negoció junto al ahora nuevo ministro de Finanzas, Luis
Caputo, la salida del default con los holdouts más duros y capitaneó un
blanqueo que, justamente, por estos días promete reportar récord en
números mucho más altos que los estimados pudiendo superar hasta
u$s50.000 millones.
La salida del ministro en esos términos se
explica en la política y la incompatibilidad absoluta con el verdadero
Gobierno, ese que se desarrolla en las oficinas que no están a más de 10
metros del despacho presidencial. La salida a ese esquema Macri la
imaginó sin cambio de remedio, por el contrario, con un aumento de la
dosis. Lejos de consagrar un nuevo superministro, el PRO divide aun más
Economía, entre Hacienda para Dujovne y Finanzas para Caputo, un esquema
que Macri inauguró con su Gobierno pero que hasta ahora no terminó de
mostrar efectividad.
El protocolo que el Gobierno eligió para
llevar adelante el proceso no dejó lugar a dudas: la salida de Prat Gay
fue anunciada por Marcos Peña sin eufemismo alguno: el Presidente le
pidió la renuncia, dijo.
Así, Macri va afirmando un estilo propio
para manejar el poder desde la Casa Rosada: los funcionarios no lo
abandonan, él los despide. Sucedió lo mismo la semana pasada con Isela
Costantini.
Otro sello de ese estilo es la independencia extrema y
el afán de protagonismo que tampoco es demasiado tolerado en la Casa
Rosada. En esto Macri no innova, pero se puede aplicar in extenso al
notable ego de Prat Gay.
Macri, además, eligió un formato tan sui
generis que desconcertó durante el mediodía hasta a los propios
radicales. Prat Gay fue convocado a La Angostura para darle
explicaciones durante un almuerzo que no fue violento, todo lo
contrario. Junto a Juliana Awada, los tres comieron carne al horno con
papas, frutas de postre y café al aire libre en la galería. Allí Macri
le ofreció alternativas que Prat Gay negó, aduciendo problemas
personales y la necesidad de quedarse en el país. Macri lo invitó a
"quedarse cerca del Gobierno" y "juntarse cada tanto", pero no habrá por
ahora nombramientos. Después de eso el Gobierno festejó que el tránsito
hacia el nuevo gabinete sea "tranquilo".
Para quien esperara una
puesta en escena de crisis, el macrismo decepcionó. Macri seguirá de
vacaciones, habrá nombramientos que se publicarán el 2 de febrero en el
Boletín Oficial. El 9 de ese mes asumirán los nuevos ministros, cuando
el Presidente regrese del sur y firme un DNU que modifique la ley de
ministerios para poder crear las nuevas carteras.
La salida de
Prat Gay hizo sonar la alarma general en Cambiemos, aunque poco después
vino la calma. Parte de la responsabilidad de ese rápido reacomodamiento
la tuvo Elisa Carrió. Ayer se tomó una pausa en el festejo de su
cumpleaños para emitir un comunicado: festejó el nombramiento de los
nuevos ministros y se tomó venganza de la disputa que mantiene con Prat
Gay desde que éste decidió volar solo desde la Coalición Cívica: alabó a
Caputo como el verdadero arquitecto de la renegociación de la deuda.
Con eso bendijo el cambio y ayudó a los radicales a encolumnarse.
LGP editorial
retendemos contribuir a compensar mínimamente el fuerte centralismo que existe en la generación
difusión de noticias en el ámbito nacional, tanto para fortalecer nuestra propia identidad como para
que se conozca en los medios lo que pasa en el suelo argentino.
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