En la Casa Rosada tienen a mano una explicación para lo que pareció una gaffe del Presidente: "No se refería a lo ocurrido en enero. Quiso explicar que la inflación será más baja este año. Eso".
Más allá del traspié comunicacional, lo más relevante de la actual coyuntura es que -contra lo esperado por el propio Gobierno- la evolución de este índice clave se ha convertido en el tema central ya no solamente desde el punto de vista económico. La dinámica que están mostrando los precios tiene (y tendrá, si se consolida) un impacto político, en este año electoral.
Preocupa especialmente lo que está ocurriendo con los alimentos, que suben por encima del promedio, con excepción de las tarifas de los servicios públicos.
Ni la recesión, ni la dureza de la política monetaria, disciplinan a los fabricantes. La comida no para de encarecerse. Pasó en enero y lo mismo viene sucediendo en estas primeras semanas de febrero.
La carne y los lácteos (básicamente leche y quesos) lideran las remarcaciones. Pero la ola de incrementos se generaliza. Las principales cadenas de supermercados recibieron, en los últimos diez días, nuevas listas para harina, aceites, galletitas e infusiones. En el caso de los fideos, se están viendo aumentando algunas marcas de segundo orden.
Por fuera de los alimentos se están observando alzas en otro rubro sensible: los medicamentos, que en lo que va del mes ya registraron incrementos de entre 4% al 6,7%.
La consultora Elypsis -que testea el comportamiento de 300.000 productos en las góndolas- midió una inflación de 3,5% en las últimas cuatro semanas. Otra vez, con "Alimentos y Bebidas" liderando las remarcaciones, con un nivel del 3,9% en ese mismo período.
De acuerdo con la consultora, en las últimas cuatro semanas la carne se encareció 6,2%.
Para Elypsis, la inflación interanual ya se ubica en el 50,7%, por arriba del 47,6% medido por el Indec para el año 2018.
Carnes y lácteos, disparados
Entre los rubros que lideran la tanda de aumentos está el de la carne. El propio Indec informó que, durante enero, los cortes se encarecieron entre 6,7% y 7,1%. Durante este mes, las principales cadenas de supermercados y las carnicerías ya ajustaron 10% en promedio. Pero no serían los últimos incrementos.
El kilo de media res, desde la primera semana de enero, se encareció 45%. Ya vale entre $150 y $155. Ese ajuste, que responde a lo que viene pasando con la hacienda en pie, no fue trasladado íntegramente al mostrador. Algo similar viene sucediendo, aunque con un porcentaje inferior, con el valor del pollo.
Tras las últimas subas, el kilo de los cortes más populares (asado, vacío o tapa de asado o nalga) se acercan a los $290 en promedio.
En segundo orden figuran los lácteos: el sachet de leche, que se había elevado 5,5% en enero, saltó entre 7% y 10% adicional en lo que va del mes. Y lo peor es que los ajustes podrían continuar.
El litro de leche a la salida de las fábricas, que a inicios de este mes costaba $19,50, ya vale entre $26 y $29,50, dependiendo la marca. Para pasar en limpio: a nivel mayorista, la leche registró incrementos de hasta 50% en estas últimas semanas.
El disparador de este escenario fueron las inundaciones, que hicieron colapsar la producción en varias plantas. A eso se sumó una carrera especulativa de varios fabricantes quienes, en la medida que pueden, cuidan el stock o lo venden a precios elevados.
En los quesos, las alzas de estas últimas tres semanas van del 15% al 20%, que se suman a una banda del 5% al 6,6% medida por el Indec para el primer mes del año.
A diferencia de otros momentos, cuando los aumentos se limitaban a uno o dos rubros, lo que se está viendo este mes es que la ola es generalizada. Cada nicho con su magnitud de ajustes. Pero lo cierto es que la mayoría de los rubros mueve sus costos.
Algunos ejemplos de las listas que están arribando a los supermercados:
Pan lacteado, con alzas de entre 12% y 18% según las marcas.
En café, el aumento promedio ronda el 7,5%.
En yerbas, la disparada es del 6,8%.
Harinas, un 10% promedio.
Vinagres, entre 5% y 10%.
Algunas marcas de aceites (soja, oliva y mezcla), hasta 10%.
Lo mismo ocurre con los fideos de algunas marcas (+10%).
En golosinas, los incrementos son más elevados: 12% promedio.
Y en el caso de un producto clave como el azúcar, la suba es del 5%.
A su vez, todo el rubro papelería (papel higiénico, rollos de cocina, servilletas) registra este mes alzas promedio del 10%. Según las empresas líderes en este segmento, esto responde a que están cubriendo los mayores costos por el gas.
En dos de las mayores cadenas de supermercados analizaban la estrategia para trasladar estos ajustes a las góndolas. Por lo general, en las tiendas son renuentes a hacerlo de un solo golpe, ya que -entienden los gerentes- no quieren aparecer frente a sus clientes como los culpables de la inflación.
Prefieren hacerlo "en cuotas", a menos que las subas no les dejen margen de maniobra para administrarlas.
Es la política
En este marco, la aceleración inflacionaria se transforma, en definitiva, en el problema número uno para Macri. La idea que tenían en el Gobierno radicaba en que podría haber algún repunte estacional, sobre todo en marzo, con el inicio de las clases. Pero los funcionarios se vieron sorprendidos por el recalentamiento de estas últimas semanas.
Se sabe, esta disparada trae malhumor a la sociedad. Pero, además, podría convertirse en un sinsabor para el actual esquema monetario. El plan de "emisión cero" debería ser efectivo para planchar al dólar. Y también a los precios. Sin pesos en el bolsillo, no hay resto para comprar billetes verdes pero tampoco se justificaría estar remarcando los alimentos.
Por eso, si la teoría no va de la mano con la realidad, el plan del BCRA podría profundizar (y alargar) la recesión. Si la emisión no acompaña la inflación, es obvio que habrá menos dinero para comprar bienes.
Frente a este escenario, el economista Pablo Goldin, director MacroView, se pregunta si el tándem Dujovne-Sandleris no se verá obligado a hacerle "chapa y pintura" al restrictivo plan monetario.
Rodolfo Santángelo, economista de la misma consultora, lo dijo con todas las letras: "Tendríamos que ir a algo más cerca del 2%. Supongo que en abril o mayo vamos a tener una inflación en ese nivel. Pero si no se logra, la recesión va a ser durísima. Peor que ahora".
Por el momento, el Gobierno se juega a exagerar el plan que tiene a mano. Tras la presión cambiaria de la semana pasada, el Banco Central volvió sobre sus pasos: elevó la tasa de interés.
Y no sólo eso: también decidió una absorción de pesos mayor a la estipulada, con lo cual se dirige a un sobrecumplimiento de la ya rígida meta monetaria.
Lo dicho anteriormente: sin pesos en la calle se paraliza la demanda de billetes verdes. Eso puede ser cierto. Lo que también ocurre es que esa estrategia castiga a la actividad económica. Y nada dice que sea eficaz en mitigar la inflación.
En el mientras tanto, el golpe inflacionario castiga sobre todos a los alimentos. La Inflación de la Pobreza fue 3,7% en enero y alcanzó nada menos que a 55,8% en los últimos 12 meses. Una familia tipo necesitó $26.442,92 para estar por encima de esa línea.
Estos indicadores preanuncian un fuerte salto del índice de pobreza, un dato que se conocerá en medio de la campaña electoral.
Con la inflación transformada en la variable central a monitorear los próximos meses, el Gobierno está jugado a una mejora, aunque sea baja, del poder adquisitivo de los salarios. De no lograrse, y en un contexto de recesión extendida y pobreza en ascenso, las pretensiones reeleccionistas de Macri podrían, cuanto menos, resbalar.
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