Los allegados de la titular del Senado reconocen que ella suele ser excesivamente honesta a la hora de responder y que eso le provocó más de un dolor de cabeza. Tal vez este sea otro caso de sinceridad extrema de Michetti. “El trabajo que nos toca a los vicepresidentes es medio de rebote”, sostuvo sobre el lugar que ocupa en el Gobierno. De hecho, durante las vacaciones de Mauricio Macri, quien comanda en los hechos el Gobierno es el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y no ella, que está también de vacaciones en Cariló. “Necesitaba desconectarme un poco y también acompañar a mi papá, que está pachucho”, se excusó.
“Me encanta lo que hago ahora pero no me interesa volver a ser legisladora. Ni loca. Eso sí, en el Senado hice muchas cosas, arreglamos el edificio. Y eché a 3500 tipos de los 7 mil que había. ¿A vos te parece, cien personas para cada senador? Era una barbaridad, por algo nadie se quejó”, aseguró. En rigor, en su primer intento de despidos tuvo que dar marcha atrás con varios de ellos porque había expulsado a personas con discapacidad, lo que le podría haber generado juicios al Congreso. A todos los echó acusándolos de “ñoquis”, en medio de los despidos masivos de 2016.
La vicepresidenta sostuvo que le gustaría volver a integrar una fórmula con Macri en las próximas elecciones, pero dejó abierta la definición. Michetti indicó que hay posibilidades claras de reelegir: “Creamos la expectativa de hacer mucho y mejor, y en eso estamos. Hicimos seis semestres buenos y después nos pasó lo de la economía”, precisó. “Creo que la gente que está a favor del laburo, del esfuerzo y del mérito nos apoya todavía”, aseguró sobre los votantes desencantados con Cambiemos.
A Cariló se llevó dos libros: Peacefulness: Being Peace and Making Peace, un trabajo en inglés de David Cadman y Scherto Gill, y Una ética para la globalización, del teólogo Aldo Marcelo Cáceres. “Estoy tratando de entender cómo haremos para que la globalización sea algo bueno”, sostuvo la vicepresidenta.
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