El diálogo tuvo lugar en el despacho presidencial de Casa de Gobierno, donde el mandatario recibió a la cúpula de la Iglesia Católica en el marco del típico saludo navideño de cada año. Allí, los obispos encabezados por el presidente de la CEA, Oscar Ojea, y el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, mantuvieron un “diálogo abierto” en el que se charló sobre la situación social y económica.
Los religiosos basaron su visión del país en los datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina, elaborado por la Universidad Católica (UCA), que dio cuenta de crítica situación que viven los sectores de la producción y la población más postergada. Expresaron también su “preocupación” por ello así como también por “las nuevas divisiones en la sociedad”, el “aumento creciente de la drogadependencia” y “pidieron un incremento del presupuesto para la Sedronar”, indicaron a través de un comunicado.
La letanía de preocupaciones y demandas tuvo una respuesta elíptica por parte del gobierno nacional: “Estamos en el territorio y sabemos lo que pasa, no ignoramos los problemas”, les dijo el jefe de Estado. No hubo promesas de nuevas políticas, de plazos de recuperación de la economía ni de creación de puestos de trabajo. “Todavía tenemos meses duros por delante”, sentenció Macri sin más.
La reunión duró poco más de una hora y fue una "conversación abierta y cordial", tal los calificativos en los que coincidieron los comunicados emitidos por el Episcopado y el Gobierno, minutos después de que finalizara el convite de fin de año.
Acompañado por la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, Macri les aseguró a los obispos que se están “dando los pasos necesarios en el plano social” y que coincidieron en seguir trabajando en temáticas de interés como la lucha contra las adicciones y la drogadependencia y en “la necesidad de trabajar en la prevención del embarazo adolescente no intencional”.
No hay comentarios.