La base del optimismo oficial son los datos que ayer distribuyó en parte del gabinete el Banco Central de la República Argentina (BCRA), sobre la evolución de la "inflación núcleo" en los últimos meses. El dato, para el Gobierno, es contundente: el promedio de este indicador se ubicó en los últimos tres meses en el 1,3%, lejos del 1,7% de límite psicológico que se había impuesto a mitad de año la entidad que maneja Federico Sturzenegger.
Alza
El Gobierno sabe que diciembre será complicado y que el alza estará cerca del 2%, lo que llevará al indicador final a un 23% total. El aumento del último mes del año obedecerá a dos presiones paralelas: las subas en servicios públicos como la electricidad y los combustibles; cruzado con la presión estacional por el aumento del consumo interno por las fiestas de fin de año. Sin embargo, la interpretación oficial es que de esta situación se puede tomar de vicio a virtud. Para el Gobierno, haber acumulado tantos incrementos en el último mes de 2017, hará que se libere parte de la presión inflacionaria para 2018 provocada por los aumentos en los servicios públicos y los combustibles. La estrategia del BCRA y el Ministerio de Hacienda de Nicolás Dujovne es que para marzo los efectos de estos incrementos estén dominados, y que hacia abril puedan mostrarse índices inflacionarios cercanos al 1%. El argumento se basa en la proyección de los primeros dos años de inflación del macrismo, donde los números oficiales hablan de un 36% para el primer año y del 23% para el segundo. La tendencia marca una baja del 13%, con lo que los operadores económicos deberían confiar en que para 2018 la tendencia continuará a la baja y se podrá llegar a la meta política de la Casa de Gobierno de una inflación promedio del 15,5% para todo el año. El BCRA ratifica su medición de diciembre 2018 contra diciembre de 2017, de 10% (dos puntos porcentuales para arriba o abajo). Sabe Sturzenegger que la meta es ambiciosa, pero la reafirmará en las próximas horas, para que se sepa en el ala política del oficialismo, que, con más entusiasmo que nunca, se podrá mostrar desde el primer trimestre de 2018 que la inflación ya en vías de dominación total y en baja. El mensaje de confianza en las metas inflacionarias es un activo de gran valor para varias dependencias públicas nacionales y provinciales; donde en días comenzarán las primeras reuniones para negociar las paritarias 2018 y donde la idea oficial es que al final del camino no haya incrementos superiores al 17%, más la repetición de la "cláusula gatillo". El dato es particularmente productivo para la gobernadora de la provincia, María Eugenia Vidal, que se plantará en ese nivel de aumentos ante los siempre problemáticos gremios docentes bonaerenses. Será difícil. Los sindicatos están preparando sus artillerías para reclamar, como piso, un aumento del 25% el año próximo tomando como base la inflación de 2017.
En el balance final del análisis inflacionario de este año quedará para el estudio de 2017 lo que sucedió en septiembre, donde el incremento llegó al 1,9% pero sin que influyeran incrementos de servicios públicos. Para el BCRA, lo que sucedió ese mes no deberá repetirse en el futuro.
Para cumplir la meta oficial habrá que mejorar el dialogo entre los ministerios de Hacienda y el BCRA; con el de Energía de Juan José Aranguren. Se estima que cada vez que suban las naftas entre 5% y 6%, la herencia inflacionaria llega al 0,8%. Aquí las expectativas del oficialismo se confunden. Desde los despachos donde se controla la inflación, se espera que el petróleo baje, o por lo menos, se mantenga en los niveles actuales. Otras oficinas esperan lo contrario. Que el petróleo suba y que, en consecuencia, aumenten las inversiones en Vaca Muerta.
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