Desde su asunción el macrismo tomó nueva deuda externa por 61.664 millones de dólares, equivalentes a poco más del 10 por ciento del PBI. Pero ni un centavo de ese monto fue destinado a inversión productiva, obra pública e infraestructura, nuevos emprendimientos o trabajos destinados a promover el crecimiento de la Argentina.
Un informe del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo señala que de ese total, el 75 por ciento se destinó a financiar nada más que la fuga de capitales habilitada por el macrismo desde el 10 de diciembre de 2015 con su política de apertura absoluta.
Fuga de capitales a través de giros al exterior de utilidades a las casas matrices de las multinacionales, turismo y sobre todo la fiesta de la bicicleta financiera, ya que gracias a las exorbitantes tasas de interés del Banco Central, el gran negocio es tomar deuda en dólares, comprar Lebacs (o similar) y luego reconvertir el excedente en dólares para fugarlo.
El documento destaca también que si a la nueva deuda emitida por el Estado nacional se le suma la renovación de vencimientos y la emisión de las provincias y las empresas, la deuda externa en moneda extranjera desde diciembre de 2015 llega a 110.648 millones de dólares, lo que ubica al país en el primer puesto, por lejos, en el ranking global de endeudamiento.
Un dato más que preocupante -por si los anteriores no lo fueran a la vista de algún distraído- es el costo de la deuda emitida por el gobierno nacional que asciende a 1,25 punto porcentual superior al país más riesgoso de la región y 3,5 puntos por arriba de la economía vecina que accede a la mejor tasa de interés.
Los últimos datos de la Ministerio de Finanzas muestran que el peso de la deuda pública sobre el PBI (uno de los indicadores utilizados para medir el grado de vulnerabilidad de la economía) subió desde el 38 por ciento antes del recambio presidencial hasta el 51,2 por ciento en el primer trimestre de este año.
En particular, la deuda en poder del sector privado subió del 9,1 al 20,1 por ciento del PIB, a raíz de que este tipo de pasivos prácticamente se duplicó en dólares. Por eso, se modificó la estructura de la deuda, ya que la deuda en manos del sector privado pasó del 23,8 al 39,2 por ciento del total de la deuda.
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