Casi le saca un ojo con sus dedos, le pegó decenas de trompadas, le mordió los brazos y la secuestró, todo ello después de amenazarla durante meses con matarlas a ellas, a su familia y a sus compañeros de trabajo, pese a lo cual sigue libre. Va a trabajar normalmente y concurre a los lugares que acostumbraba, como si nada hubiera pasado.
Hace 10 días, Florencia se quedó haciendo horas extra en su lugar de trabajo junto a su supervisora, cuando recibió un llamado. Era él. Apenas lo atendió pudo entender que algo malo iba a pasar, porque le dijo: “Si no sales en 10 minutos, entro, destrozo todo y en tu trabajo no queda uno”.
Conociendo lo violento que es —pues ya estuvo preso cinco días, en enero, por haberla golpeado—, supo que era muy capaz de cumplir lo que le acababa de decir, así que salió. La esperaba en su auto y le dijo que suba, pero ella se negó y ahí comenzó una secuencia digna de la más escalofriante película de horror.
“Se bajó y me metió un dedo adentro del ojo. Me ‘levantó’ del ojo y de los pelos, obligándome a subir —lo cual ya la convertía en secuestrada—. Una vez arriba me pegó trompadas, me trató de p..., le di mi celular para que lo revise y me ahorcó, haciendo que me desmaye. No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, pero desperté en pleno monte, aún arriba del auto, y en un descuido de él, me tiré. Se bajó y de la manera más violenta que te puedas imaginar me hizo subir de nuevo, para volverme a golpear. Cuando terminó me dijo: ‘Vamos a ir a tu casa, yo paro en la esquina y vos vas a traer todas tus cosas. Nos vamos a ir a vivir juntos’”.
Un verdadero psicópata, sin dudas. Florencia sigue relatando. “Le dije que sí lo haría, para que se calme. Cuando llegamos entré corriendo a casa, me vio mi papá y salió desesperado a buscarlo, pero lo frené. Un comisario amigo me mandó en el acto una brigada. Él huyó, y al llegar a su casa entraron él y los policías a su vivienda. A los pocos minutos, salieron los efectivos diciéndome que un vecino le puso una escalera, por la cual huyó. El pasado domingo volvió a casa de mi papá, me pateó la puerta y me dijo que si no sacaba mis cosas para irme a vivir con él, iba a buscar su pistola y nos iba a matar a mí y a mi familia. Sin embargo, él está libre. Entra y sale cuando quiere de su casa de Urquiza Nº 80, en La Banda. Va a trabajar como si nada en su forrajería de Independencia y Solís, y en su bar de Pringles y Lavalle, también de La Banda”. Increíblemente, Rafael, hermano del homicida del enfermero Rojas, está en libertad.
Fuente: Nuevo Diario
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