Este viernes millones de personas de todo el mundo despiden -al menos en la distancia, aunque más no sea de manera simbólica- a la responsable de algunos de los momentos más preciados de su infancia: la artista de animación María Perego murió a los 95 años en su casa de Milán, Italia, por una afección cardíaca. Y con ella se va uno de los títeres más famosos y entrañables: el Topo Gigio.
"Topo Gigio parecía quitarle la vida de las manos, y así ella viajó a países de todo el mundo. Era una trabajadora incansable y trabajó en nuevos proyectos hasta el final, el último de los cuales es la nueva serie de dibujos animados de Topo Gigio que pronto será transmitida por Rai Yoyo”, declaró Alessandro Rossi, administrador de Topo Gigio SRL.
Nacida en Venecia el 8 de diciembre de 1923, Perego fue una verdadera precursora de la pantalla chica.
Luego de trabajar en el teatro de marionetas, en los 50 se animó a emplear títeres en lugar de dibujos animados.
Después de introducir el personaje Picchio Cannocchiale, para el cual se basó en el clásico Pájaro Loco, en 1958 presentó el Topo Gigio, para quien habría tomado inspiración de Mickey Mouse. Su creación fue compartida con su marido, el también veneciano Federico Caldura.
Rápidamente el fenómeno de la televisión italiana -salía al aire en el prime time, llegando a ser invitado por las grandes estrellas del momento, como Raffaella Carrá- cruzó las fronteras: desde el resto de Europa a los Estados Unidos y Japón, y también a toda América Latina, incluida la Argentina.
Aquí desembarcó en 1968 en La Galera, un ciclo del viejo Teleonce (hoy Telefe).
En 1987 el canal ponía al aire La hora del Topo Gigio, donde el títere estaba acompañado por el grupo musical Las Primas; meses después el ciclo tuvo su propia obra teatral.
Además, Topo Gigio fue parte de Casino, un espectáculo producido por Canal 13 en 1970; de Hiperhumor, que Canal 9 emitió en 1986 y 1987; y hasta con Susana Giménez, en el por entonces Canal 11.
Ya en este milenio el Topo Gigio recobró actualidad de una manera casi impensada.
Sucedió cuando Juan Román Riquelme celebró un gol de Boca colocando las manos de las orejas y de frente a la platea de La Bombonera.
Si bien después explicó que era un mensaje para su hija, Florencia, fanática del personaje, el mundo del fútbol lo interpretó como una señal para Mauricio Macri, por entonces presidente del club, y con quien se encontraba en plena negociación de su contrato. Dos meses atrás, Macri se apoderó del gesto durante su campaña, recordando con humor aquel episodio.
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