El presidente llegó a ese centro asistencial rodeado de una fuerte custodia de policías de civil, fotógrafos y camarógrafos oficiales, y ante un comité de bienvenida integrado por Margarita Barrientos y una decena de vecinos ubicados detrás de un vallado de seguridad. Lo acompañaron su esposa, Juliana Awada, y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley.
No tuvo contacto con la prensa sino a través de su equipo de comunicación. Tampoco se permitió el ingreso de cronistas ni camarógrafos para registrar escenas en el interior del comedor comunitario donde, según un comunicado de Presidencia, se “entregan 2700 platos diarios de comida, incluyendo desayuno, almuerzo y cena”.
“Juntemos energía, que necesitamos seguir para adelante en el 2019”, fue una de las declaraciones que Macri hizo trascender. La otra fue que Margarita Barrientos siempre le da “consejos muy sabios” cada vez que va a visitarla.
El presidente va allí desde que era jefe de gobierno porteño, cuando estableció con Barrientos un vínculo caritativo a través del cual él hace donativos particulares y la administración que eventualmente tiene a su cargo –ante la porteña y ahora la nacional- destina fondos estatales para el funcionamiento de esa institución ubicada en ese barrio, tradicionalmente uno de los más pobres de la ciudad de Buenos Aires.
Tras esta actividad, el primer mandatario brindó con el personal de la Casa de Gobierno y luego inició su nuevo descanso con motivo de las fiestas de Fin de Año. En enero reanudará su agenda oficial, donde tiene previsto anunciar una obra pública en Neuquén, pero recién el 10 volverá a Buenos Aires.
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