Luego de una de las semanas más críticas desde que asumió en diciembre de 2015, Macri convocó a la prensa a la quinta presidencial. En primera fila lo acompañaban el jefe de Gabinete, Marcos Peña; los vicejefes, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; el secretario de Comunicación, Jorge Grecco, y el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, entre otros. No estaban los radicales ni el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, recientemente incorporados a las reuniones de coordinación y de mesa chica de Cambiemos.
“El problema central que los argentinos tenemos que resolver es reducir el déficit fiscal”, insistió Macri al responder una de las primeras preguntas. En buena medida, se apoyó en las afirmaciones que días previos habían dado sus ministros, Nicolás Dujovne (Hacienda) y Luis Caputo (Finanzas). Descartó cambios en el Gabinete, ratificó al “buen equipo” económico y, lejos de atribuirle responsabilidades en lo ocurrido, lo elogió por haber “superado” la “turbulencia” generada, según dijo, por los cambios en las condiciones externas como la suba de la tasa de interés en Estados Unidos.
“No hay tanta vocación por seguir prestándonos tanto dinero”, aseguró y al ser consultado por sus responsabilidades propias en esta situación ensayó una curiosa respuesta: “La autocrítica que me hago es que por mi personalidad siempre he sido muy optimista. Me puse metas ambiciosas. Pero también, revisando, porque cada noche me acuesto pensando qué podría haber hecho mejor... no siento que como sociedad podíamos afrontar un ajuste profundo desde el primer día”. Así retrucó los cuestionamientos de sectores ultraliberales, incluidos ex funcionarios suyos como Carlos Melconián, quien le recriminó públicamente haber “boludeado con las buenas ondas” durante dos años. Para tratar de matizar la situación actual, retomó el discurso sobre el presunto estallido en el que hubiera terminado la continuidad del modelo kirchnerista. En 2016 “evitamos una crisis que sí nos llevaba al 2001”, afirmó, ésta vez sin mencionar a Venezuela. “La Argentina no estaba políticamente preparada para dar un debate serio. La sociedad ahora dice: ‘Basta de mentiras’. Y se dan cuenta de la realidad que heredamos”, insistió.
Inflación
Al responder sobre la meta de inflación del 15 por ciento recalibrada a fines de diciembre, aceptó, siguiendo a Dujovne, que será mayor a la esperada, aunque evitó indicar cuánto. Tampoco contestó qué medidas tomarán para impedir que siga subiendo. De hecho, dio a entender que desde el Ejecutivo no harán nada: “Vamos a delegar la responsabilidad de la baja de la inflación en el Banco Central”, aseguró. Si bien se mostró “preocupado” por el tema, se limitó a festejar la aprobación de la ley de Defensa de la Competencia. “Eso nos va a permitir que haya competencia, que no haya abuso, que haya alternativas de compra. Vamos a estar muy atentos para que no haya ningún tipo de avivadas”, dijo sin más precisiones.
El Fondo
Con las negociaciones todavía en marcha, el Presidente buscó contradecir la historia de condicionamientos y presiones que el Fondo Monetario Internacional le ha impuesto a la argentina durante más de 60 años. “El FMI, del cual nunca nos fuimos, es una herramienta adicional que nos da más estabilidad. Ellos nos van a decir en qué números nos sentimos cómodos en la reducción de déficit. En qué lo reducimos es una cuestión de los argentinos. No nos van a decir en qué lo tenemos que reducir”, insistió y linkeó aquel acuerdo con la “corrupción K” y el caso López: “Vamos a hacer un acuerdo inteligente. Podemos ir al FMI porque no tenemos nada que ocultar. Acá no hay gente que se lleva bolsos a conventos. No nos molesta que nos vengan a inspeccionar y ver. Es todo a favor de la argentina”.
Tarifas
Si bien no confirmó lo anunciado por Peña sobre su veto al proyecto que retrotrae las tarifas a noviembre de 2017, Macri dejó en claro que no está de acuerdo y le reprochó a la oposición impulsar la iniciativa. “No se puede avanzar en una propuesta que destruya el presupuesto que se votó. Eso hace que la gente dude sobre si vamos a bajar el déficit fiscal”, aseguró, en un intento por incluir a la oposición entre los responsables de la situación económica. Retomó además el discurso sobre el supuesto despilfarro energético, y hasta deslizó que en Tierra del Fuego calefaccionan las veredas. La gobernadora Rosana Bertone ya había respondido ese tema: “Es muy triste que viviendo a más de tres mil kilómetros de distancia se busque generar esta idea cuando aquí la necesidad de calefacción es todo el año y en muchos casos necesaria para preservar la vida”.
Fiel a su estilo, el Presidente intentó por momentos distender. “Tanta austeridad que ni agua tenemos”, dijo mientras buscaba que alguien le alcanzara una copa. También recomendó la película “Alguien tiene que ceder”, con Jack Nicholson, para responder cómo lograrían llevar adelante el gran acuerdo nacional para el ajuste. No especificó quiénes.
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