Según consignó la empresa, Peugeot que era su único cliente en este último tiempo, confirmó que no le comprará más y desató el final que los propios trabajadores venían anunciando desde hace unos años, cuando comenzó un proceso de vaciamiento con una venta.
La firma, que trabajó durante 31 años en la provincia en manos de diferentes dueños, dejó a 359 empleados en la calle y sin cobrar indemnización, inmersa en un proceso de convocatoria que desembocará en una quiebra, apenas se levante la feria judicial en febrero.
Lo único que se acordó antes de bajar la persiana para los operarios, son ayudas nacionales y provinciales (algo así como un seguro de desempleo ampliado por 6 meses), mientras el Gobierno provincial apura las gestiones para reincorporar a la mayor cantidad posible de empleados en otras fabricas. Esto último es todavía incierto.
Los trabajadores tampoco encontraron respuestas del gremio del Plástico, el que tenía a cargo la representación sindical de la planta, que hasta ahora fue estirando y desmovilizando un conflicto que terminó con más de 350 desempleados.
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